En
estos días, vamos cerrando el trabajo del curso escolar y abriendo el del
verano. Este año voy a tener la suerte de tener entre ambos una parada, un paréntesis
en la Escuela de Verano de Aeda, (la asociación profesional de narradores) que espero sea muy fructífera para reflexionar
y aportar ideas nuevas a nuestro quehacer.
Sin
duda lo hará porque ya sólo reflexionando sobre qué taller elegir ha surgido la
idea para esta entrada. Virginia Imáz impartirá esos días un taller sobre la
oralización de los cuentos y sus dificultades que me ha llevado a pensar en el
entrenamiento que contar por encargo da en este sentido.
Contar por encargo
Llamo
contar por encargo a aquellas ocasiones en que los cuentos que tengo que contar
ya me vienen dados por quien organiza la sesión: una editorial, algún autor,
una fundación o ong...
La
principal dificultad de contar por encargo es que se rompe la primera premisa
que transmito a mis alumnos cuando hacen la pregunta ¿Qué contar?. Esto es:
contar un cuento que nos guste mucho.
A
lo largo de mis casi 20 años dedicada a la narración oral he tenido que contar
por encargo en muchas ocasiones. En mis comienzos, en Argentina, un trabajo
continuado con Ediciones B me dio de comer muchos meses. Aquí hice una
promoción de un libro (cuyo nombre no consigo acordarme) por diferentes
ciudades Argentinas vestida de bruja y haciendo un personaje... por suerte, no
quedan fotos de esto. Además hice todo un ciclo en librerías de centros
comerciales sobre Pesadillas de R.L. Stine... dado el valor literario de lo que
tenía que contar, no lloré mucho cuando este trabajo se terminó.
Después
de esto, mis trabajos por encargo se redujeron mucho: algunas colaboraciones en
presentaciones de libros, alguna participación con Anaya en el Salón del libro
infantil y juvenil y poco más. Hasta llegar a la propuesta de Fundación
Telefónica.
Cuentos tecnológicos
En
enero de 2013, me contactó la Fundación Telefónica para realizar 10 sesiones
los domingos por la mañana dentro del marco de su exposición de historia de la
tecnología. La sesión dura, como mucho, media hora y después los asistentes
pueden hacer una visita guiada a la exposición. Toda la actividad es gratuita.
Hay
que decir que los cuentos son muy buenos y están escritos por autores de
prestigio que tenían que escribir sobre algún objeto presente en la exposición.
Esto ya, de por sí, produce textos complicados: escribir sobre un telégrafo, un
teléfono rojo o incluso un cable submarino, imagino que no ha debido de ser nada fácil.
En
principio me pareció un trabajo difícil e interesante, un reto después de tanto
tiempo de contar por encargo pero no pensé que iba a ser una experiencia tan
motivadora.
Forma de trabajo
En
un primer momento, con dos de mis colaboradores Ángel Abasolo y Gustavo del Rio leímos todos los cuentos y anotamos algunas cuestiones generales sobre cómo 'meterles
mano'. El primer año, la mitad de los cuentos los realizaron mis compañeros
pero el programa se amplió y desde octubre hasta junio me ocupé yo de casi
todas las sesiones.
Preparar
un cuento a la semana es un trabajo un poco estresante. Para mí no era tiempo
suficiente y sin embargo era lo que hacía falta hacer. Preparar dos textos a la
vez no me resultaba cómodo porque no me permitía concentrarme en el cuento.
Mi
forma de trabajo se basa en la imagen. Trato de 'ver el cuento', de hacerlo
propio, de que pase ante mí como si hubiera visto una película. Una forma de
trabajo que aprendí en el taller de Marta Lorente, al que asistí durante años. Así
que muchas veces estoy trabajando, pero no se nota: en el coche, en la
duermevela del despertar, en mitad de la noche durmiendo a mi hijo pequeño...
el cuento volvía a mí, casi que me asaltaba, y yo repasaba algunas de sus
partes.
Hace
poco, en el colegio de mi hijo mayor, hicieron un proyecto sobre las
profesiones y yo fui a hablarles de la nuestra. A sus compañeros de 5 años no
les parecía una profesión tan rara. En parte porque habían trabajado con el
libro 'Qué será de ti' de Aleksandra y Daniel Mizielinscy (Zorro Rojo) y en
parte porque muchos asisten a las sesiones de cuentos de la biblioteca y porque
también habían venido a la formación de usuarios que hacemos en las bibliotecas
de Rivas.
El
caso es que entre las preguntas, una de las profes me preguntó si ensayaba
frente al espejo. Me hizo gracia, y me pareció lógica la pregunta pero nada más
lejos de mi forma de trabajar. Para mí lo que más funciona es ir diciendo el
texto, pensando el cuento mientras hago otra cosa, mayormente recoger la
casa... puede parecer poco profesional o desordenado (mi casa normalmente lo
está) pero después de años de trabajo esto es lo que más funciona para mí.
Así,
en el caso de Telefónica, preparar el cuento se convirtió en parte de mi rutina
personal de la semana.
El
lunes recuperaba el cuento y lo leía. Después dedicaba un buen rato a ir
pensando en la estructura, las imágenes y detectaba los problemas para la
oralización: suspenses rotos por la estructura, diálogos muy largos,
descripciones que no dejaban paso a las acciones, muchas primeras personas (la
primera persona estaba presente en muchos de los cuentos y no es la voz más cómoda
para la narración, que es la tercera. Sobre todo si el que habla es un teletipo
o una centralita manual)
El
martes trataba de repasar el cuento mentalmente volviendo al papel sólo en
ocasiones puntuales. En mi caso tengo bastante memoria para los cuentos, y en
ocasiones leerlo mucho hace que me aprenda el texto literario y que me 'apegue'
a ciertas frases que pueden ser estupendas pero que no son buenas para la
narración oral.
El
miércoles empezaba a decir el texto. Mi tendencia natural es a trabajarlo sólo mentalmente,
pero me di cuenta después de la primera sesión, que no tenía tiempo para esto,
que necesitaba haberlo hecho voz cuántas más veces mejor para ir limando
transiciones, diálogos...
El
jueves seguía con el texto en voz alta y el viernes hacía un ensayo con Gustavo
del Río. En esa pasada me hacía una devolución que trabajaba durante el viernes
y el sábado, para tenerlo listo el domingo a las 11.30 de la mañana.
Suena
a mucho trabajo, y de verdad que lo es pero realizado de forma constante
durante todo el curso me ha dado un entrenamiento que ha sido muy bueno, he
incorporado nuevas estrategias y una intuición más rápida al ver qué cambios
necesitan los textos.
En
un aspecto más personal, más íntimo, también tengo que confesar que preparar
tantos cuentos me ha sentado muy bien. El tener una ficción de la que ocuparse
en la cabeza durante todo el tiempo ha hecho mucho más llevadero ese difícil
equilibrio entre 'el peso de la existencia' y 'la insoportable levedad del ser'.
Este trabajo que comenzó siendo un trabajo 'por encargo' se ha convertido en
una pieza central no sólo de mi actividad laboral sino también de mi vida.
Los
cuentos completos se pueden leer en la página de la Fundación.
Puesto que no soy profesional de la narración, solo cliente, me ha resultado muy interesante conocer de forma tan amena, tu metodología de trabajo para los cuentos por encargo. Ha sido muy enriquecedor.
ResponderEliminarPor otra parte, he anotado la referencia para un nuevo cuento para mi hija, Qué será de ti.
Muchas gracias Estrella, buen artículo