Dedicarte a algo
relacionado con la educación y tener tus propios hijos te hace patente, al
menos en mi caso, las propias contradicciones. Siempre he pensado que enseñamos
a leer a niños cada vez más pequeños y no me ha parecido bien. De hecho, sigue
sin parecérmelo, aunque tenga alguna duda. Tradicionalmente se enseñaba a leer
a los niños a partir de los 6 años. La mayoría de nosotros aprendimos a leer en
primero de EGB y de hecho no es hasta primero de primaria que la educación en
nuestro país es obligatoria. Siempre he creído que aunque algunos niños estén
preparados, muchos no lo están todavía; que empezar antes y leer durante 'más
tiempo' no nos va a dar mejores lectores, quizás todo lo contrario. Pero además
de todo esto, siempre me ha parecido que no hay necesidad, a los 3, 4 y 5 años
hay que hacer muchas otras cosas más importantes, sobre todo jugar. La lectura
llegará, antes o después, llegará.
Cargada con este
repertorio de 'teorías' propias , un día a mitad del curso pasado, cuando sólo
tenía 4 años y medio, Martín leyó. Sí, sin que yo supiera muy bien cómo había
sucedido, sin ser consciente de todo lo que tenía trabajado en este sentido, el
móvil sonó una noche y él lo miró y leyó allí el nombre de la persona que
llamaba. Me embargó tal alegría (ya se sabe el orgullo materno no tiene límite)
, que no llegué a responder el teléfono.
No fue mágico, el
trabajo viene haciéndose desde los tres años, en el cole. En casa no hemos
trabajado nada en este sentido. Habíamos visto el interés de Martín por
escribir y su evolución haciendo letras y escribiendo también palabras en el
ordenador, pero sobre la lectura autónoma no habíamos tenido ninguna
experiencia que nos hiciera saber qué su proceso de aprendizaje estaba tan
avanzado.
Y a partir de aquí
las dudas: ¿será que ahora los niños 'vienen' con más capacidad? ¿será que, no
sólo están preparados sino además deseosos por adquirir la lectura? ¿será que
los métodos de enseñanza de la lectoescritura han cambiado y lo han convertido
en algo más natural
Son dudas, de las
que difícilmente se puede generalizar. En nuestro caso ha influido mucho que el
curso pasado Martín tuvo una profesora excepcional. Ha tenido muy buena suerte
durante su poca vida educativa y ha tenido docentes muy buenas, pero cuando
digo que el año pasado fue excepcional es porque tuvimos una profesional, con
una larga experiencia, con una mirada atenta a la infancia, con una capacidad
de escucha excepcional a los padres y con unas ganas de seguir sabiendo e
innovando, dignas de admiración.
Hablando con ella,
me explicaba que el método que usan para la lecto-escritura está basado en las
experiencias de Miriam Nemirovsky, si os interesa el tema, en el blog Enseño a Escribir, explica un curso realizado con ella donde se puede ver bien en qué
consiste. Pero además esta didáctica tiene su inicio con las investigaciones de
Emilia Ferreiro y hay un libro que os recomiendo especialmente: 'Cultura escrita y educación: conversaciones con Emilia Ferreiro' un relato muy
interesante sobre lo que la
investigación-acción puede provocar en la educación.
Para terminar de
afianzar mis paradojas, cuando la lectura autónoma había entrado en nuestras
vidas y yo ya me imaginaba leyendo libros a dos voces... Martín cogió su recién
descubierta capacidad para leer y el álbum de cromos de la liga y se puso a
leer el nombre de todos los jugadores que tanto le interesaban.
En la calle,
también encontró algo que despertó su interés: las matrículas de los coches. La
primera semana después de descubrir que sabía leer, se paraba en cada coche a
leer la matrícula y a veces la marca y el modelo.
Así seguimos, los
libros siguen siendo algo que los adultos le leemos y su habilidad la utiliza
en contadas ocasiones, parecería que cuando aquello que hay que leer realmente
despierta su interés (y muy poco el de los adultos de alrededor).
Esta experiencia me
ha hecho pensar cuántas veces los profesionales de la animación a la lectura
sólo hablamos de lectura literaria. Aún cuando hace años que incluimos en
nuestras selecciones libros informativos (gracias a la influencia de Ana Garralón) esta experiencia casera, me ha hecho pensar cuántas veces perdemos de vista que la
lectura es, antes que nada, un instrumento para moverse por este mundo
alfabetizado donde vivimos.
No creo haber
resuelto las dudas que me planteaba sobre el aprendizaje de la lecto escritura,
pero me parece que si en algo merece la pena aprender a leer a tan temprana
edad es que a partir de entonces tienes la libertad de leer lo que te parezca,
así sean álbumes de cromos o matrículas de coches.
No hay comentarios:
Publicar un comentario